Los flamencos volaron,
hartos de esperar la foto perfecta
y empachados de una sal
que ahora debe encontrar cobijo
en el fondo de miles de heridas.
También volamos nosotros,
embriagados de sonrisas
y cegados por el sonido
que hace la tela de araña
mientras mece nuestros pies.
mientras mece nuestros pies.
No hay comentarios:
Publicar un comentario