sábado, 14 de enero de 2017

Brindis

Me contaste un montón de veces cómo conociste a mamá aquel día. Incluso recuerdo cuando en esas horas de agonía en las que los mecanismos del reloj de tu memoria se empeñaron en jugar caprichosos, aún creías estar allí, y me hacías cómplice de tus estrategias para acercarte a esa bella muchacha. Su sonrisa, ¡ay!, su sonrisa, epítome de la belleza y también salvaguardada compuerta que te fue dando paso, primero a hurtadillas y después con la pompa y la oficialidad requeridas por aquel entonces. Siempre estaré orgulloso de ser hija de esas sonrisas, la suya ya mencionada y la tuya, inevitable, cuando hablabas de ella. Por eso he querido venir a esta celebración, para brindar por esa felicidad que me enseñasteis a disfrutar y a merecer. Va por vosotros. 

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