Mi casa es la espera. Sus paredes están
apuntaladas con las páginas de un libro que pronto se convierte en otro. El
techo se teje con pétalos morados que me protegen del agreste empuje de la
melancolía. Una silla, una mesa, una alfombra y una modesta manta son todo mi
patrimonio. Los brindis al aire con tu recuerdo son la fortuna invisible que
habita conmigo en esta morada.
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