viernes, 20 de noviembre de 2015

Electricidad

El tacto de la llave de la luz permanecía en las yemas de los dedos. El gesto supo a electricidad, la misma que hace tan suculentos los escalofríos. Solo la oscuridad podía revelarle la verdad sin escozor: o caminaba sobre el vacío o la eternidad le condenaría a no dejar de contemplarlo.

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