domingo, 25 de enero de 2015

La mirilla

Llamaron a la puerta, y solo la insistencia de un segundo timbrazo le hizo sobreponerse a la pereza. Desconfiaba de aquellas personas que no revelaran el código Morse de los habituales de esa casa al tocar tres veces seguidas. Por eso acercó el ojo a la mirilla, y a través de su protector ojo de pez pudo observar un grupo numeroso. Los años, agolpados en el rellano, se presentaban cargando con olores, conciertos y viajes en sus brazos. Cuando estaba a punto de asir el pomo del picaporte, se frenó, intentando hacer el menor ruido posible, esperando ahuyentar a los visitantes. Tras algo más de un minuto, estos se dirigieron a la puerta de al lado, que se abrió antes de que pusieran el dedo en el timbre. Pensó que en esa casa seguramente los aprovecharían mejor. Desde hace mucho tiempo a él ya no tenían ninguna oferta interesante que hacerle.

lunes, 19 de enero de 2015

Diez minutos

Diez minutos dan de sí
para absorber un último sueño,
para desafiar a las matemáticas
o para mecer el hielo.

Este rato también vale
para rebañar un recuerdo
que asumí extraviado
tras perseguir tus bolsillos.

Da para dos o tres canciones,
cuatro líneas mal talladas,
algún ejercicio de fe
e incluso ninguna certeza.

Siempre se están terminando
los momentos que pedimos prestados
al agobio del silencio
cuando aparentamos que no existe.

¡Por supuesto que sirven de algo!
Todavía podrías leerme
en esos mismos diez fragmentos
que emplearás en olvidarme.

sábado, 10 de enero de 2015

Menguante

Me ofende el cuarto menguante.
Desgarro con carcajadas las hebras de su silencio
con el afán de hacer que mute
en perpetuo cuarto creciente.

La sangre solo corre cuando no sabe dónde va.
Ahora se cuaja avergonzada
a los pies del paraíso.

Se instalan las dentelladas
en la trastienda de la razón.
Nos devoran con mensajes
de inmaculada impureza.

La tinta borra el rastro de la condena.
Se derrama iluminada
en las mejillas de la calma.

lunes, 5 de enero de 2015

El rock es la nueva comedia

Hay drama en cada compás y comedia en cada nota. Hay decepciones escupiendo los parches y locuras rebañando el mástil. El pie de micro pisotea la ignorancia y el corazón aún no ha cogido bien el tempo. El eco de tardes calladas retumba en nuestra rutina hasta que calmamos con ritmo las úlceras en la esperanza. La fama es esa diosa de la que nos reímos con la boca pequeña mientras se deslizan por nuestras mejillas las migajas de un aplauso. Brindemos sin que nos importe que solo somos marionetas guiadas por las entrañas.