Llamaron a la puerta, y solo la
insistencia de un segundo timbrazo le hizo sobreponerse a la pereza. Desconfiaba
de aquellas personas que no revelaran el código Morse de los habituales de esa
casa al tocar tres veces seguidas. Por eso acercó el ojo a la mirilla, y a
través de su protector ojo de pez pudo observar un grupo numeroso. Los años,
agolpados en el rellano, se presentaban cargando con olores, conciertos y
viajes en sus brazos. Cuando estaba a punto de asir el pomo del picaporte, se
frenó, intentando hacer el menor ruido posible, esperando ahuyentar a los
visitantes. Tras algo más de un minuto, estos se dirigieron a la puerta de al
lado, que se abrió antes de que pusieran el dedo en el timbre. Pensó que en esa
casa seguramente los aprovecharían mejor. Desde hace mucho tiempo a él ya no
tenían ninguna oferta interesante que hacerle.
Poemas y relatos publicados semanalmente. Puedes ponerte en contacto conmigo escribiendo a mighergar@gmail.com
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domingo, 25 de enero de 2015
lunes, 19 de enero de 2015
Diez minutos
Diez minutos dan de sí
para absorber un último sueño,
para desafiar a las matemáticas
o para mecer el hielo.
Este rato también vale
para rebañar un recuerdo
que asumí extraviado
tras perseguir tus bolsillos.
Da para dos o tres canciones,
cuatro líneas mal talladas,
algún ejercicio de fe
e incluso ninguna certeza.
Siempre se están terminando
los momentos que pedimos prestados
al agobio del silencio
cuando aparentamos que no existe.
¡Por supuesto que sirven de algo!
Todavía podrías leerme
en esos mismos diez fragmentos
que emplearás en olvidarme.
sábado, 10 de enero de 2015
Menguante
Me ofende el cuarto menguante.
Desgarro con carcajadas las hebras de su
silencio
con el afán de hacer que mute
en perpetuo cuarto creciente.
La sangre solo corre cuando no sabe
dónde va.
Ahora se cuaja avergonzada
a los pies del paraíso.
Se instalan las dentelladas
en la trastienda de la razón.
Nos devoran con mensajes
de inmaculada impureza.
La tinta borra el rastro de la condena.
Se derrama iluminada
en las mejillas de la calma.
lunes, 5 de enero de 2015
El rock es la nueva comedia
Hay drama en cada compás y comedia en
cada nota. Hay decepciones escupiendo los parches y locuras rebañando el
mástil. El pie de micro pisotea la ignorancia y el corazón aún no ha cogido
bien el tempo. El eco de tardes calladas retumba en nuestra rutina hasta que
calmamos con ritmo las úlceras en la esperanza. La fama es esa diosa de la que
nos reímos con la boca pequeña mientras se deslizan por nuestras mejillas las
migajas de un aplauso. Brindemos sin que nos importe que solo somos marionetas
guiadas por las entrañas.
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