Pensáis que sois vosotros quienes jugáis
conmigo, pero cuando me pego al cristal veo que sois muñecos. Vuestra piel se
traduce cuando me separo de él y recobráis la desbocada movilidad de la que os
privo mientras modelo el mundo a mi antojo. Entonces vuelvo a cerrar mi mirada lo
máximo posible y cuanto queda dentro es mío. Verdaderamente mío. Porque solo
sois muñecos.
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