He
esperado sola y en silencio durante dos eternas horas a que aparecieras. He
aceptado adaptarme todo el tiempo a las posturas que ordenabas. He mantenido
cada momento las distancias que te han venido bien. Te he abierto mi puerta
para que examinaras cuanto quisieras en mi interior, habitualmente
infranqueable. He resistido todos los envites incluso cuando has pretendido con
tus palabras minimizar el dolor real que estaba sintiendo, y para colmo ahora
te aproximas a mi rostro como nunca antes lo habías hecho. Ya no aguanto más.
Tienes suerte de que la anestesia local me atenace cuando intento besarte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario