miércoles, 11 de septiembre de 2013

Medias tintas

Se pasó una hora buscando el calcetín rojo, obsesionado por completar el ying-yang de lana que tanta suerte le había proporcionado en anteriores entrevistas laborales a pesar de ser un color totalmente desaconsejado por cualquier experto en recursos humanos. Cuando se encontró en el límite del retraso optó por coger un par de calcetines negros del desmadejado cajón y ponérselos retorcidamente antes de calzarse los zapatos para salir disparado al coche.
En el trayecto no pensaba en otra cosa ni se planteaba, como haría la mayoría de la gente, cuáles podrían ser las preguntas que le harían o de qué manera debería responder para gustar al entrevistador. Su única preocupación era el paradero del calcetín rojo. Sería quizá el cubo de basura de una de las pensiones en las que había pernoctado recientemente, el bolsillo de alguna mochila poco escrutada o simplemente el estómago de un voraz tambor de lavadora. Sea como fuere, lo importante es que no estaba en su pie izquierdo. (Porque aunque los calcetines nacen sin apellido estos se lo habían ganado, y el extraviado era el izquierdo.)
Al comprobar que había llegado a la dirección prevista aparcó y se atusó el cabello y la vestimenta antes de cruzar la puerta. Tras ella le esperaba una chica de unos veinte años que recogió sus datos y su curriculum y le invitó a aguardar sentado. Su mirada se fijó en el negro techo de sus pies hasta que la joven volvió para indicarle que cruzara a la zona en la que se realizaría la entrevista. Allí le aguardaba un hombre mayor, barrigudo y con una melena algo intermitente pero bastante digna para su edad. Tras unas primeras preguntas sobre la idea que tenía acerca de la empresa y sobre su motivación para desempeñar el trabajo, el entrevistador ojeó el currículum en silencio durante unos segundos y acto seguido su tono adquirió una mayor gravedad.
—Usted tiene varios años de experiencia en este puesto, ¿verdad?
—Sí, así es.
—Pues lo siento pero me temo que aquí no va a adquirir ninguno más. En este circo nunca contrataríamos a un payaso que lleve calcetines negros.

(Publicada inicialmente en el blog de los talleres online de Playa de Ákaba)

No hay comentarios:

Publicar un comentario