Los
lascivos improperios que me dirige cuando paso delante de él son el único
vínculo que tengo con ese tipo. Sin embargo, eso es suficiente para saber que los
irregulares fragmentos de vidrio verdoso y la mirada de ese pobre perro fijada
sobre un horizonte que jamás ha conocido confirman la sinceridad de las
lágrimas de ese hombre que nunca ha sido nada y hoy, finalmente, se ha hartado
de ser.
(Publicada inicialmente en el blog de los talleres online de Playa de Ákaba)
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