Me
llamo como tú querías que me llamaran. Soy esa a quien no ves mientras el mundo
me contempla extasiado y, por qué no decirlo, un poco arrepentido. Nada sirve
para que te percates de mi verdadera imagen. Todos los esfuerzos que puedan
hacer por empujarte a que confieses el modo en que ellos creen que me concibes
serán baldíos. Déjame en el suelo, huye, y asume que tus manos nunca han sabido
leerme.
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